Maximiano, emperador de Roma, emprendió desde su mandato una depuración de elementos cristianos en sus tropas expulsando a todos los soldados cristianos de su ejército. Cabe decir que el ejército romano era voluntario, sólo era obligatorio para los hijos de militares como es el caso de nuestro amigo Sebastián. Su forma de compaginar los dos ejércitos (el romano y el de Cristo) le duró unos cuantos años hasta que un soldado, celoso por la alta posición que desempeñaba Sebastián en la tropa, lo denunció. Maximiano se sintió traicionado por Sebastián después de la confianza que le había depositado. Rápidamente le llamó y le obligó a elegir en seguir siendo cristiano o a continuar en el ejército. Ante tal situación, Sebastián le comunicó que no quería renunciar a sus creencias cristianas y el emperador adoptó la decisión de matarlo. Pero ... amigo/a cibernauta, la forma con que quiso matar Maximiano a Sebastián fue realmente muy bestia, ya que eligió a un grupo de sus mejores arqueros, ¡¡¡para que nuestro santo fuera muerto a base de flechazos!!! Dichos arqueros lo desnudaron, lo llevaron al estadio de Palatino, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de flechas. Cuando habían finalizado este sangriento acto se marcharon como si nada hubiera pasado.
De esta manera se convirtió Sebastián en patrono de todos nosotros, aunque de una forma trágica, claro, pero ya se sabe, en aquellos tiempos...